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Maestros, los constructores de sueños

La octava edición de la revista digital 'Semana Educación' está dedicada a los profesores y a reconocer su heroica labor. Son ellos los que, junto a los padres, forman el futuro de la sociedad.


Los seres humanos dan sus primeros pasos, dicen sus primeras palabras y conocen su entorno en el hogar acompañados por sus padres. Más tarde llegan a la escuela, la segunda unidad social a la que se enfrentan, y allí los profesores desempeñan un papel inspirador que desemboca en la formación de futuros ciudadanos.


La octava entrega de la revista digitalSemana Educaciónestá centrada en los profesores y pone sobre el escenario la radiografía de su situación en Colombia, además de los retos que enfrentan. La labor de los maestros construye y forja los sueños de cualquier sociedad. Por eso, sobre ellos recae una responsabilidad inmensa que en Colombia nunca se ha valorado suficientemente.


Prueba de ello es que la carrera docente tiene poca demanda y a ella ingresan bachilleres con un bajo desempeño en las pruebas de Estado Saber 11. Si bien este no es un indicador de que alguien no puede ser buen profesor, sí preocupa que la educación no esté quedando en manos de los mejores. “Los modelos que repuntan en educación, como el de Finlandia y el de la ciudad de Shanghái, exigen los puntajes más altos para entrar a sus facultades de educación”, explicó Leonor Jaramillo, educadora y expresidenta de la Asociación Colombiana de Facultades de Educación.


Jaramillo agregó que en Colombia no se reconoce la labor preponderante del maestro: “El sistema educativo y la política no proporcionan andamiajes para que la gente estudie educación. Los jóvenes no quieren porque creen que no sirve. Si no tomamos medidas, seguiremos contribuyendo a que cada día nos enfrentemos a más sinsabores este tema. No estamos teniendo una mejor sociedad”.


Justamente, uno de los factores que más inciden en el mejoramiento del desempeño de los estudiantes y en la calidad educativa es la excelencia de los docentes. “Focalizar recursos en seleccionar y retener los maestros más educados y con mayor experiencia es más costo-efectivo para mejorar el aprendizaje que invertir, por ejemplo, esos mismos recursos en reducir el tamaño de las clases”, concluyó el estudio 'Tras la excelencia docente', de la Fundación Compartir.


En su reciente informe sobre los resultados del programa Educación para Todos, la Unesco reveló que una mayor formación de los maestros es un determinante para asegurar la paridad de género dentro del sistema educativo. De los 164 países que se comprometieron con esta meta en el 2000, solo el 48 % la alcanzó. Colombia no fue uno de ellos y, además, salió a flote porque para el 2012 reunía el 16 % de todos los niños sin escolarizar en América Latina, como consecuencia del conflicto armado.


Colombia ostenta el título de ser uno de los más desiguales del mundo y el cuarto en la región. Entonces, la educación se convierte en una de las principales herramientas para hacerle frente. “Hay muchas vías para alcanzar la equidad, pero estamos convencidos de que la educación de buena calidad para todos es el camino más eficiente para lograrlo”, sostiene el informe de la Fundación Compartir.


Su gerente de Educación, Patricia Camacho, recalca que “si no empezamos a tomar cartas en el asunto, no le ganaremos a la inequidad en un futuro cercano”. En esa línea, Felipe Barrera-Osorio, profesor colombiano en la Escuela de Educación de Harvard, explicó que “la importancia de los maestros radica en los niños, en aquellos a los que están formando. Queremos mejores maestros porque eso implica excelentes niños y adultos en el futuro”.


Justamente, Julián de Zubiría, fundador del Instituto Merani, consideró que “los profesores son esenciales para ampliar o restringir la democracia, ya que sólo una sociedad que logra formar jóvenes que piensan y deciden con criterio propio se puede llamar a sí misma una democracia”.


Esa reflexión cobra total relevancia si tenemos en cuenta las profundas y nefastas secuelas que dejan las seis décadas de conflicto armado en la población colombiana. La historia aguda de violencia también tocó a los docentes, quienes han sido amenazados y asesinados por desempeñar su labor. En noviembre del 2013, la Defensoría del Pueblo emitió una alarma temprana por las intimidaciones que ponían en riesgo las vidas de 1.117 maestros.


Los casos de amenazas no se limitaban a las zonas rurales, donde los grupos armados ilegales intimidan a los educadores. También en las zonas urbanas los maestros fueron atacados por padres de familia y estudiantes o pandillas juveniles. En marzo del año pasado, las bandas criminales se ensañaron con el gremio e impusieron el drama de la extorsión.


En ese momento, la revista SEMANA publicó que delincuentes que decían pertenecer a los Urabeños o Rastrojos obligaban a los profesores a pagar entre dos y cinco millones de pesos mediante llamadas amenazantes en las que  les daban detalles de sus sitios de trabajo, de residencia y de sus familias. Aunque los salarios de los maestros son bajos, las bandas criminales descubrieron que son muy buenos ahorradores. También trascendió que aquellos docentes ligados a programas de restitución de tierras eran fuertemente asediados.


Una labor sin reconocimiento


En Colombia un profesor del sector privado gana en promedio 2.744.500 pesos, mientras en el público puede devengar alrededor de 2.120.750 pesos. El rango de sueldos va desde 1.200.000, el más bajo que paga el Estado, hasta 4.000.000 depesos para los docentes con doctorado, que en el 2013 eran 6.398 de los 108.093 del país. Eso, sin mencionar las diferencias salariales y la inestabilidad laboral en los colegios privados, que varían en cada caso y son muy difíciles de unificar.


“Tan cierto es que la sociedad no les reconoce su labo,r que a mediados de abril los docentes no han acordado con el Estado el incremento salarial del 2015. Eso no tiene presentación. Ahí también hay una contradicción porque el Estado no asigna el presupuesto pero quiere que Colombia sea la más educada en una década”, subrayó Luis Fernando Parra, experto en educación.


Con datos del 2012, el informe de la Fundación Compartir concluyó que los docentes tienen un ingreso menor en comparación a la población profesional, pues pueden llegar a ganar alrededor de un millón de pesos menos. Esta diferencia se va acrecentando con los años y al final del ciclo productivo la brecha es mucho más significativa. “Hoy en día en Colombia no se está remunerando al profesor de acuerdo con su desempeño, ya que todos devengan un salario similar independientemente de la calidad de trabajo o esfuerzo que hagan en su labor”, añadió el informe Compartir.


Esta estructura salarial, insiste el documento, repercute negativamente en quienes escogen la profesión docente como una opción de vida: “Si al momento de seleccionar la futura profesión, los jóvenes y sus padres tienen en cuenta los ingresos, el menor salario promedio mensual que devengan los docentes puede inhibirlos de escoger dicha carrera”, dice Parra. Además, estas condiciones también inciden en su formación profesional de posgrado, pues el acceso a especializaciones, maestrías y doctorados se dificulta con un sueldo tan limitado.


“Se exige a los docentes tener posgrados, pero muchas veces el salario del maestro no da para que se lo pague. Por eso necesitamos una política pública mucho más clara que esté financiada. Sin presupuesto no pueden existir los cambios. Necesitamos dejar de pensar que ser docente es solo un tema de vocación. Claro que se necesita pero también es fundamental el reconocimiento”, aclaró Leonor Jaramillo. En este sentido, Parra acotó que “por sus ingresos a los maestros se les dificulta seguir preparándose, por eso aplaudimos las becas del gobierno pero se necesita mucho más”.


¿Qué sociedad soñamos?


“Estamos becando al 1 por ciento de los maestros y al 1 por ciento de los estudiantes universitarios. Eso no está mal, pero es totalmente insuficiente. Así nos demoraremos unos 100 años para mejorar la calidad de la educación”, enfatiza el profesor De Zubiría. Y añade sin anestesia: “Nadie da de lo que no tiene”. Por eso insiste en que los maestros necesitan desarrollar todo su potencial en competencias para pensar, comunicarse y convivir. De ahí, agrega, la mora que tiene el país con la promoción de prácticas educativas innovadoras ajustadas a los contextos de cada región.


Para Felipe Barrera-Osorio el asunto radica en preguntarnos qué tipo de personas queremos que entren a la carrera docente: “Si los mejores graduandos son los que aplican a ser maestros el cambio es inevitable. También tenemos que pensar en la forma cómo estamos educando a nuestros maestros, necesitamos personas que tengan herramientas para la práctica”.


Asunto en el que coincide Patricia Camacho de la Fundación Compartir, quien propone que la formación docente no solo tenga un conocimiento teórico sino que también el elemento práctico esté desde el principio de la carrera. “Es imposible enseñar en el cuaderno dinámicas que solo suceden en el día a día del aula. Necesitamosfortalecer esa capacidad de descifrar a sus alumnos”, explicó.


Eso sí: todos los esfuerzos deben estar encaminados a, como insiste De Zubiría, impactar en las nuevas generaciones para fortalecer “su nivel de sensibilidad, tolerancia y flexibilidad. Y como sociedad sabemos lo poco tolerantes que todavía somos los colombianos frente a las ideas, actitudes, o visiones diferentes”. En ese camino, son vitales los maestros junto con el reconocimiento de la sociedad a su labor. Por eso: #Graciasprofe.



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